Blancanieves y los 7 enanitos

Como sabes, un espejo es una superficie pulimentada que refleja prácticamente toda la luz que “choca” con ella. Según la forma de su superficie, los espejos se clasifican en dos tipos:
- espejos planos como los que tenemos en casa, que nos devuelven una imagen reflejada que parece estar detrás del espejo, de tamaño real y sin distorsión, sólo intercambiando derecha e izquierda;
- espejos curvos, que pueden tener distintas formas (por ejemplo, porciones de esfera, de paraboloide…). Tienen diversos usos en la vida cotidiana, como
los colocados en esquinas o curvas de calles, aparcamientos, edificios… para mejorar la visibilidad, los retrovisores, los espejos de toilette o los utilizados en los telescopios astronómicos.
Hay espejos curvos y un espejo cóncavo (o convergente) tiene su lado reflectante en el interior de la superficie curva, presentando un hundimiento hacia el objeto que se refleja en él. Si te miras en un espejo cóncavo, dependiendo de la distancia a la que te coloques verás tu imagen reflejada más grande o más pequeña que tú, derecha o invertida, además, si la concavidad es excesiva, tu imagen se verá deformada, más corta y ancha. ¡Parecerás un enanito!. Un espejo convexo (o divergente) tiene su lado reflectante en el exterior de la superficie curva, presentando una “panza” hacia el objeto que se refleja en él.
Si te miras en un espejo convexo desde lejos te verás pequeño. A medida que te acerques, tu imagen reflejada irá creciendo, y será de tu tamaño justamente cuando estés tocando al espejo.
Además, si la convexidad es excesiva, tu imagen se verá deformada, más alargada y delgada.
¡Seguro que esto le gustaba a la madrastra de Blancanieves…!