Cenicienta y Josephine Cochrane
Cenicienta es una muchacha que vive con su madrastra y sus dos hermanas. Mientras ellas disfrutan los placeres de la alta sociedad, Cenicienta se encarga del resto de tareas; friega, cocina, barre, plancha… Pero todo puede cambiar gracias a la aparición de su Hada Madrina o de la inventora del lavavajillas Josephine Cochrane quien se dijo así misma: «Si nadie inventa una máquina de lavar platos, la inventaré yo misma”.
Josephine Cochrane se puso manos a la obra y desarrolló en 1886 una rueda de madera con compartimentos individuales que recibía agua jabonosa de una caldera.
La inventora liberó a la mujer de una de las tareas domésticas más pesadas. Patentó su invento en 1886 y lo presentó en la Exposición Mundial de Chicago, donde en 1893 obtuvo el primer premio.
A pesar de la aparente bondad del invento el lavaplatos no dio beneficios hasta la década de 1950 en Norte América, cuando la prosperidad de la posguerra elevó el nivel de vida.
Se puso de moda entonces de manera providencial para el lavaplatos, la siguiente frase: “El tiempo perdido lavando platos es tiempo robado a la intimidad con los tuyos”.
Estaba claro el mensaje: el tiempo hay que destinarlo al ocio, y era importante para los incipientes movimientos de liberación de la mujer, liberación que se intuía debería empezar por donde más las había esclavizado: la cocina. Además, su marido y sus hijos también podían… apretar el botón. Así, apelando al orgullo femenino, triunfó el lavavajillas.
LA FÍSICA Y EL ZAPATO DE CRISTAL DE CENICIENTA
Mientras que Cenicienta podría haber permanecido de pie con sus zapatos, sin importar el tamaño del tacón, no se puede decir lo mismo si hubiera intentado caminar o correr.
En el mejor de los casos, según los cálculos de resistencia del cristal y de las fuerzas en juego, los científicos sostienen que Cenicienta podría haber huido del Príncipe con un zapato con un tacón de como máximo 1,15 centímetros. Una longitud mucho menor de lo que se suele ver en los dibujos.
El impacto con el suelo genera una fuerza que amenaza con fracturar el tacón
Para llegar a esa conclusión, los científicos aplicaron ecuaciones para medir la resistencia del zapato al peso, cuando Cenicienta estaba de pie, cuando estaba caminando o corriendo.
También estimaron la resistencia del cristal, a través de una simplificación: consideraron que estaba hecho de uno de los vidrios más comunes, así que aplicaron los parámetros de dureza y resistencia de este tipo de material.
Además, se vieron obligados a estimar las medidas de la chica: para simplificar las cosas, acordaron que Cenicienta pesaba 55 kilogramos y que tenía un 32 europeo. También hubo que tener en cuenta el ángulo de ataque del tacón al suelo al caminar o al correr, la altura de las zancadas, la distribución de la presión a lo largo de la longitud del tacón…